Parece que en japonés existe una palabra que significa los rayos de luz que se filtran por las hojas de los árboles: komorebi. Y si de ese modo se le da entidad a algo que existe desde siempre aunque no lo apreciemos, podemos jugar con las palabras y pensar que “Perfect days” es un poco komorebi, o lo que es lo mismo: un poco de luz que se filtra y que, también, da vida a la sombra.
Lo minimalista de la luz dentro de la casa, la luz natural, la sombra de la luz y las hojas sobre la pared, la fotografía analógica, la pregunta acerca de si las sombras superpuestas son más oscuras. ¿Qué otras cosas ilumina esta película? De todo esto hablamos con
.M: Hoy mientras divagaba en Instagram me apareció una publicación que guardé. Hablaba sobre otra palabra en japonés: maekumi, que significa que lo importante es centrarse en el presente y en lo que está por venir. Es la actitud de mirar siempre hacia adelante”. Esta palabra me pareció muy atinada para pensar en otra conexión que hice con Perfect days (2023, Wim Wenders). François Jullien tiene una idea muy bonita en su libro Filosofía del vivir que dice: “Es posible dar todos los sentidos que se quiera a la vida, pero vivir está definitivamente más allá del sentido ¿Por qué nos cuesta tanto reconocerlo? Sin embargo, vivir no es más misterioso que absurdo; pero su justificación sólo puede hallarse en el vivir mismo, o más bien no es posible justificarlo: «vivir» no tiene por qué justificarse en absoluto”. Hirayama (Kōji Yakusho) cada vez que sale de su casa para ir a su trabajo mira sonriente al sol. Un gesto tan simple como significativo. Como cuando en una película tiene lugar un plano de establecimiento para mostrar dónde está el personaje protagonista y dónde sucederá parte de la historia.
A: “Vivir está definitivamente más allá del sentido”. Me gusta esa clave para pensar en la forma en que Hirayama aborda cada día su presente: el cuidado personal y el regado de las plantas como punto de partida para empezar la jornada antes de que salga el sol. El gesto de saludo que efectivamente nos anticipa que el personaje contempla activamente el tiempo y sus días lo contemplan. Sus días perfectos no tienen nada de extraordinario, o más bien son perfectos como son: empiezan, se desarrollan, terminan. Y vuelven a empezar. Tal vez, volver a empezar una y otra vez sea, en realidad, la clave de la perfección. Mientras leía tu cita, Marcos, recordé estos versos de Los cantos en el pequeño paraíso*:
Pasar a primavera
[56]
La flor
de la copa del árbol
¿la cortaré
o la dejaré allí para contemplarla?
con pena
me despido del
largo día de primavera.
¿Se alejará de su rutina o la dejará allí para contemplarla? ¿La luz que se filtra a través de la flor de la copa del árbol, ilumina o produce sombra en los días perfectos?
M: Mientras leía los versos a los que te remitió la cita recordé los planos en la plaza. Esos en los que Hirayama, junto a su sobrina, saca fotos al cielo con su cámara. Los árboles con sus flores adornan la escena. Otro momento que también puede pensarse desde la demora, de la que habla Jullien, a la que asocia a la inversión: “Adecuarse a la demora significa que considero el momento presente como una inversión”. Podríamos pensar, luego de ver repetidas veces ese gesto, cuánto de nuestro día dedicamos a demorarnos. A poner pausa como se le pone a una película o una serie cuando necesitamos ausentarnos por un momento. Pero, ¿qué halla Hirayama en el cielo de Tokio? El cielo también aparece en sus sueños, en los que aparecen imágenes de nubes teñidas de palabras. Pienso en “estar en las nubes”, aquella expresión que refiere a quien está distraído y abstraído, sin pensar en lo que está haciendo. Pero no es el caso de Hirayama. Él está conectado con su presente, aunque al mismo tiempo coquetea con un pasado del que se nutre. Libros en papel, música en cassettes.
A: A veces creo que necesito poner pausa más veces de las que puedo y otras que lo hago más de lo que debería. Y la sensación que me dejó la película es que ese impulso por poner pausa viene de una velocidad innecesaria. ¿No te pasó? Al principio de la película no hay muchas referencias al contexto y lo minimalista de la casa, los cassettes, los elementos básicos del hogar me hicieron pensar en la cantidad excesiva de objetos que construyen nuestra vida cotidiana. Hay algo del ritmo desenfrenado que se refleja en la cantidad de objetos y de aplicaciones y de cosas que “necesitamos” usar y tener que nos hace estar en conexión constante no sólo con el pasado sino con el futuro y bastante desapegados del presente. Y creo que efectivamente por ahí viene la respuesta a tu pregunta sobre qué halla Hirayama en el cielo de Tokio. ¿Será que halla la confirmación del presente? Es curioso, porque el cielo es algo que cambia constantemente: en el transcurso del día y también según el clima y otros factores. Sólo allí el presente tan perfecto se manifiesta como algo cambiante, como proceso, como constante movimiento, pero la presencia inobjetable del cielo nos recuerda que el presente es lo único que se puede encontrar allí y en cada cosa que vivimos. Ahora es ahora, dice él. Y a veces nos demoramos tratando de entender lo que significa el ahora.
M: Es increíble lo difícil que es regular la pausa en nuestros días… Me pasa que siempre tengo que tener muy en cuenta el límite a la hora de demorarme. Es tal cual decís: venimos llevando un ritmo de vida vertiginoso, y ni hablar cuando se aproxima el fin de año, que hace tan necesaria la pausa. Y hablando de pausas, la primera vez que vi el film me anoté algunos momentos en mi libreta. Son registros de cómo me impactaron ciertas escenas de la película. Como cuando escribí: “La dulzura de Takashi con su amigo lo hace sonreír. Lloro”. Takashi (Tokio Emoto) es el compañero joven y alborotado de Hirayama quien en determinada parte de la película es visitado por un amigo en su trabajo. El protagonista sonríe al ver cómo Takashi se dirige a su amigo, con la ternura del vínculo. Otra demora.
A: Perdí mis notas pero recuerdo haber anotado algo similar: los gestos de ternura son sumamente significativos. Cuando aparece la sobrina, lo que podría ser un primer esbozo de desesperación se transforma con naturalidad en una nueva cotidianeidad que deja afuera cualquier resentimiento posible. La adolescente con sus dispositivos retrata en modo casi caricaturesco el minimalismo tecnológico de su tío pero lejos de ser una distancia enseguida se potencia más aquello que los complementa y los une: la contemplación, un modo de ver el mundo. Los diálogos no abundan y las miradas y los gestos dicen mucho más de lo que muchas veces estamos dispuestos a apreciar. Sobre todo, por estar distraídos pensando en el futuro. A propósito de esto, insiste en mi mente la última escena: Hirayama conduciendo y escuchando Feeling good cuenta una historia y nos hace recorrer todas las emociones posibles: todo puede estar concentrado en la misma mirada.
M: ¡Qué bueno que traés esa escena final a la discusión! Creo que hay mucho que desgranar de ahí. El final de la película es increíble porque nos encontramos con un viaje, un pasaje. Es el momento de transición de un lugar a otro, pero también es el tránsito de un estado a otro. O quizás es esa convivencia de todos los estados, como bien lo marcaste vos recién. Hirayama es un personaje que no habla mucho pero que Wim Wenders se encarga de mostrar como un alma sensible. En una escena en un restaurante, en el que la mujer que trabaja allí canta hermosamente, se puede ver cómo Hirayama se conmociona. La vitalidad que emana de esta escena también me conmovió mucho. El modo en el que el protagonista se deja impactar. Ese mostrarse disponible para recibir el embate de la voz de la mujer.
A: Hay otra escena en la que ese personaje sensible nos muestra otra forma de la vitalidad: dos adultos atravesados por las sombras las encarnan para volverse niños y contemplar qué pasa cuando algo se interpone entre la luz y una superficie, cualquiera sea, como cuando en la infancia tratábamos de encontrarle formas a las siluetas de las manos sobre la pared. ¿Qué forma tiene la sombra? ¿Qué intensidad tiene la luz?
*Los cantos en el pequeño paraíso, una selección del Kanginshu: esta obra fue recopilada en 1518 y este texto corresponde a una antología del periodo de transición entre la Edad Media y la Moderna en Japón.
Nos leemos pronto en esta nueva sección A cuatro manos: todavía no sabemos sobre qué vamos a hablar la próxima vez pero demostraremos que algo hemos aprendido: ahora es ahora, la próxima vez será la próxima vez.
Hermosa película y hermosos ustedes!!!