En temporada nos
Volvemos anónimos
Diciembre llega cargado
De expectativas
(Amigovio - El nadador)
Ayer aproveché que tenía que ir a retirar los resultados del análisis de sangre para volver desde Caballito caminando a casa. La universidad te pide un apto físico para poder tramitar el título, así que es lo último que me falta presentar. Retirados los resultados emprendí la vuelta por la calle Rosario. Llegué hasta el Parque Rivadavia y decidí pasear un poco con la intención de ver si algún libro llamaba mi atención y me tentaba a comprarlo. No sucedió. Pero no porque no hubiese nada potable, sino que consideré que hubiera sido más por un impulso (y por haber cobrado hace poco, algo que nunca ayuda a evitar el despilfarro) que por una necesidad real. Como me suele ocurrir, me fui de ahí con un par de mandatos internos: tendría que leer más a tal autor, debería leer más de tal otro, podría empezar a leer a este… Caminé por Rivadavia hasta llegar a avenida La Plata y ahí enfilé para Boedo. El viento que corría me hizo terminar de entender que era el día perfecto para salir a caminar.
Resulta difícil no hacer un balance del año. No suelo hacerlo a conciencia, pero este año sentí más que otros el desgaste del 2023. Dicen que la procesión va por dentro. Y en mi caso, a mediados de diciembre me encontré algo taciturno. Como si tuviese que obligarme a detenerme un momento y mirar para atrás. Una separación, la llegada a un nuevo barrio, la enfermedad y muerte de mi viejo, la escritura de la tesis, las clases de conversación en español, viajes. Mucha novedad y lenguajes nuevos que aprendí. Lo primero que pensé cuando falleció mi papá fue en cómo uno incorpora palabras a su diccionario personal cuando experimenta algo tan trascendental. Funeral, cinerario, velatorio. Fue una enfermedad larga, el Alzheimer. Se podría hablar de dos duelos: uno previo, procesual y el duelo que tiene que ver con la ausencia física.
Me tomó meses poder pensar en él sin romper en llanto, pero cuando finalmente logré recordarlo sin que se me empañen los lentes, fue reconfortante. Me refiero al hecho de recordarlo en sí. Incorporar las anécdotas, el legado, las pequeñas tradiciones, los chistes, las fotografías, los gestos, a la vida diaria. La escritura de mi tesis se vio afectada porque tuvo mucho que ver con el duelo de mi viejo. En ella, escribía sobre ideas como la espectralidad, la memoria, el duelo, un poco sobre el Alzheimer, y lo biográfico, relacionadas a algunos documentales en primera persona. Pero así es como se convirtió en un homenaje a él. Y es que un poco la tesis la había empezado a pensar a raíz de una idea para un guion documental. El largometraje abarcaría mi vínculo con mi viejo. Recuerdo haber escrito páginas y páginas de un tirón. También escribí mucho durante el duelo. Quizás en el futuro me atreva a compartir en este blog algo de eso. En fin. Ver a mi mamá, mi hermana y a algunas amigas emocionadas tras la lectura de acta en la que me daban la devolución y la nota suplió la angustia que me generaba que mi viejo no haya llegado a presenciarlo. Lectura de actas. Claro, este último tramo de la universidad también me dejó nuevas palabras y conceptos: defensa de tesis, mesa examinadora, lectura de acta, tutora. Pero no fueron los únicos lenguajes que aparecieron ¿Qué decir del mundo de las apps de citas? Match, superlike, supercrush, intro.
Mientras continuaba con la caminata, me di cuenta de que había otro lenguaje que había incorporado, gracias a mi amiga Amparo (la creadora del newsletter “Como una serendipia”, que recomiendo mucho). El italiano, al que tuve el honor de empezar a comprender en sus clases. Veo nombres de restaurantes y heladerías que me recuerdan cómo me fui (y me voy, claro) apropiando de otro lenguaje estos últimos meses. El 2023 fue un año marcado por la incorporación de artistas italianos a mi Spotify. Es curioso cómo muchas veces asimilamos ciertos conceptos sin ser conscientes de que lo estamos haciendo ¿Qué otros nuevos lenguajes nos deparará el 2024?
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Siempre es hermoso leerte. Me emociona mucho haber intervenido en ese nuevo lenguaje; los nuevos lenguajes, por suerte, nos hacen ver cosas nuevas del mundo: nos hacen crearlas para nosotres. Porque en realidad, aunque esas cosas estaban ahí para ser descubiertas, empiezan a existir en nuestro cotidiano y eso siempre nos hace crear nuevas redes, nuevos significados y entonces nos renueva los lenguajes constantemente, los (nos) devuelve a su (nuestro) ciclo vital.