El Lanthimos steampunk: Pobres cositas
Sobre “Poor things”, la última peli de Yorgos Lanthimos, a la que me gusta llamar “Pobres cositas”
Algún momento de los años 2000. Recuerdo que había una insistencia por parte de Telefe por transmitir La isla del dr. Moreau (1996, John Frankenheimer). Entendía que no debía ver esa película misteriosa que mostraba esas extrañas criaturas, las cuales tenían características de personas pero lucían como animales. Me fascinaba la idea de no entender bien qué eran, y al mismo tiempo que me fuera vedada la posibilidad de develar el misterio. Ya adulto, descubrí que se trataba de una remake de una película setentosa que a su vez era una adaptación de un libro de H. G. Wells. Aun así, nunca vi tal film protagonizado por Marlon Brando y Val Kilmer. Pero algo de esa reminiscencia se me presenta luego de ver Poor things o, como decidí apodar no sin cierto cariño, “Pobres cositas”.
En la película de Lanthimos, vemos criaturas creadas mezclando dos especies de animales distintos: un cisne-perro, un chancho-pollo, un perro-pato o un pato-cabra. Si hay algún fanático de los bichos en la sala, probablemente querrían adoptar a alguno de estos (sino a todos). Pero lo hermoso no termina acá, claro. Esto es solo un detalle que da cuenta del universo de la película. En el film abunda el uso de los colores saturados -con un uso importante del amarillo y azul-, de tonos pastel, el lente ojo de pez y el blanco y negro. El color y el uso del lente potencian esta idea de mundo “patas para arriba” en el que se desarrolla la trama.
A esto parece contribuir también la música del film, compuesta por el músico Jerskin Fendrix, cuya pieza “Bella” (¡cliqueen acá que dejé el link a la canción!) parece salida de una cajita musical bastante atípica. Sus sonidos parecen desencajar, como la casa en la que “nace” la protagonista, con criaturas creadas artificialmente y la extraña máquina que le permite comer al científico. El crecimiento personal de Bella Baxter (Emma Stone) a lo largo de la película tendrá lugar en distintos países europeos a los que viajará en compañía de un dandy interpretado por Mark Ruffalo, que procurará hacerle conocer los placeres del mundo real -en todo sentido-. Es en estos viajes que se podrá presenciar un mundo steampunk con naves volando por los cielos. Antes: Bella Baxter es una mujer a la que el cirujano Godwin Baxter (Willem Dafoe) le introduce el cerebro de una bebé que es la hija del cadáver de una mujer que se suicida arrojándose a un río. Y es en el cuerpo de la suicida en el que Baxter introducirá el cerebro de la criatura que estaba destinada a ser su hija. Godwin educará a Bella, al mismo tiempo que estudiará cómo funciona su cerebro, con la ayuda de su alumno Max McCandles (Ramy Youssef).
Sin ánimos de spoilear, el viaje que realizará la protagonista será, desde ya, un viaje de conocimiento del mundo exterior y autoconocimiento del que saldrá transformada. Insisto: prácticamente todos los planos de la película parecen pintados a mano. Lo que hace de mirarla una experiencia más que agradable. Al principio mencionaba, por las criaturas, al film de Frankenheimer pero a mi mente vienen Brazil (1985, Terry Gilliam) y L'Écume des jours (2013, Michel Gondry). Aquí en estas dos películas también se puede asistir a mundos maravillosos, distintos entre sí pero que mantienen -quizás más en el primero- un cierto atisbo de distopía. Todo esto sin abandonar el humor que ya se convirtió en la marca del realizador griego, ese humor retorcido que caracteriza al creador de Kynodontas (2009) o The lobster (2015). Si se piensa en estas obras, algo del lenguaje y el aprendizaje del mismo, como también de las reglas sociales, está presente también en este film. Probablemente estas no son películas que, ni antes ni hoy, se transmitirían en Telefe un sábado o un domingo a la tarde. Y menos mal que somos adultos ¡Aprovechen que aún está en cartelera!
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