Fiesta o muerte
Sobre "El eco de las criaturas", de Milena Adatto, los carnavales y el deseo
Es curioso, siempre encontré el carnaval como un ritual teatral enorme. Las danzas, las coreografías, el vestuario, las carrozas, los elementos de utilería y escenografía abarcando un determinado espacio durante una breve temporada del año. Las calles atestadas de gente: niños gastando sus envases de espuma, adultos bailando con sus vasos cargados de bebidas. Todo es disfrutar, divertirse y compartir. La posibilidad de ser otro por un rato. La oportunidad de representar aquello que, quizás, no seamos durante el resto del año.
El domingo pasado tuve el placer de ir al hermoso espacio cultural Savia, por el barrio de Villa Crespo. Si bien esta vez no tomé algo en el cafecito que tienen ahí, como hace un tiempo sí lo hice, doy fe de que venden cosas muy ricas para acompañar una bebida. La razón por la que desemboqué en Savia fue la nueva obra de Milena Adatto, El eco de las criaturas. En el programa de la obra debajo del título figuraba la frase “Fiesta o muerte, ¿cuál es la diferencia?”. Me senté en la butaca de la primera fila de la izquierda de una sala colmada de espectadores. Frente a mí, en el escenario podía observar a los dos músicos en escena (Marcelo Pedraza y Chiara Tucci) al fondo. Y en el centro, un hermoso altar en el que se veía una pequeña estatuilla del Gauchito Gil. A la izquierda, un biombo que después sería un elemento clave para la metamorfosis que sufrirían las protagonistas de la obra.
El eco de las criaturas abarca cinco historias en las que se conjugan el carnaval, la muerte, el amor, la amistad, los fantasmas y la soledad. El modo en el que arranca la primera historia me pareció muy bello. Emilce (Constanza Tripodi), una señora aquejada por varios dolores camina por el espacio escondida detrás de un paraguas. No sé si fue por el paraguas o por los sonidos que emitía que me remitieron a la atmósfera de Mi vecino Totoro (1988, Hayao Miyazaki). Luego de lograr sentarse se encontrará con el personaje de Estela (Tamara Echandi), una jovial señora quien viste los colores del mar y disfruta de bailar. Una la muerte, la otra la vida. Pero sin embargo las dos están en ese misterioso lugar al que han ido para eventualmente fenecer. La sonorización de la escena daba cuenta de un espacio etéreo, intermedio y liminal en el que los personajes podían encontrarse y tener una última danza.
Las otras cuatro historias, o podemos llamarle episodios, de la obra consisten en el encuentro entre Próspera (Tripodi) y Calibán (Echandi) en una isla que la primera dice poseer; la tensión romántica entre dos buenos amigos durante una noche de disturbios y posible guerra civil; la puja y posterior enfrentamiento entre Anta-Wara (Echandi) y el Tío (Tripodi), una criatura mitológica que se asemeja al diablo; y una hermosa idea que se le ocurrirá a una payadora (Echandi) para realizar junto a una murguera (Tripodi) y así ser otras por un día. El espíritu de la murga está presente a lo largo de toda la obra: el muñeco del Tío aparecerá como un vehículo para ejercer poder sobre Calibán, pero también como objeto misterioso y perturbador en el departamento de uno de los amigos de la tercera historia. Las actrices se mostraban versátiles a la hora de metamorfosearse en los demás personajes (ocultas detrás del biombo, haciendo sonidos de criaturas misteriosas) y hacían reír con sus interpretaciones al público que disfrutaba de la función.
Mientras repensaba la obra en estos días, se me vino a la cabeza una frase muy bella de Pascual Quignard en su libro Lo que nos falta en base a una frase -”Los ausentes están presentes. Aquí están los muertos”-de Victor Hugo: “La joven ‘mira ausente’ a quien ama, aunque él se encuentra, actualmente, frente a ella. Nada más que, mientras él está ante sus ojos, ella anticipa su partida; imagina su muerte; aun en presencia suya, lo echa de menos: desea al hombre que está ahí”. El deseo y la ausencia, de eso habla Quignard en ese hermoso libro y de esto se trata, en parte, El eco de las criaturas, pensando en cómo ve morir Estela a Emilce hacia el final del acto. Del carnaval, la murga y la fiesta, pero también del anhelo del otro, de la presencia y la ausencia. Y es en estos lugares donde radica el valor de esta obra teatral.
*Si al terminar de leer esta reseña, te quedaste con ganas de ver esta hermosa y divertida obra, acá te dejo el link para sacar las entradas:
https://www.alternativateatral.com/obra94956-el-eco-de-las-criaturas
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