Los fantasmas del pasado
Sobre la obra de Guido Inaui Vega, la familia y los espacios
Éramos varios el viernes en el hermoso teatro Inboccalupo. Luego de un rato, nos hicieron pasar a una salita en la que se veía una escalera de madera. De la baranda de la misma colgaban fotos en blanco y negro en las que se veían a personas posando. Hasta acá, todo pertenecía al terreno de lo esperable. “Nos avisarán cuando podamos subir a la sala”, pensé. Pero algo mágico sucedió. Una actriz (Pilar Reitú, quien interpretará el personaje de Emilia) bajó las escaleras y comenzó a hablarnos sobre su familia. Señalando una pizarra con más fotos similares a la de la escalera, nos mostró quiénes eran sus abuelos, sus tíos y sus padres. Si bien de a momentos sonreía, algo en su voz dejaba ver un dejo de melancolía. No lo sabíamos, pero esto nos preparaba para lo que veríamos a continuación: una mezcla entre tragedia y comedia. Nos invitó a seguirla escaleras arriba para conocer más de la historia. Y así hicimos.
El teatro Inboccalupo (expresión en italiano que se utiliza para desear buena suerte a alguien) funciona en una casa en la calle Virrey Arredondo, en el barrio de Belgrano. La obra de Guido Inaui Vega aprovecha con excelencia las instalaciones del teatro. Cuando entramos a la sala, en el piso de arriba, nos encontramos con un escenario compuesto por dos partes. En la derecha, una mesa con sillas, otras mesitas, elementos como una pava y mates, cuadros en la pared, fotos familiares y un biombo que ocultaba un espacio que luego entenderemos que es la habitación de un niño. En la izquierda, una silla propia de peluquería o barbería y un mostrador cerca de otro biombo cortinado. Es interesante pensar en cómo algunas obras dialogan con el espacio en el que son representadas. Frente al escenario, dos filas de butacas a la izquierda y dos a la derecha completaban el espacio. La disposición de los asientos en la sala lograba una sensación de intimidad que la historia se encargaría de potenciar.
El Regreso de Saturno trata, con toques de melodrama y costumbrismo, sobre la historia de una familia a lo largo del tiempo. En la trama confluyen los temas propios de la vida. Los fantasmas del pasado que acechan, como Verónica (Julia Simón), la ex novia de Sergio (Lucho Alva), el protagonista de la obra. Los problemas económicos y de pareja que atraviesan a Sergio y a Valentina (Antonella Belén Van Ysseldyk). Las tensiones propias de la relación madre-hija (María Jach interpreta a la madre de Valentina). La crianza de los hijos (Manu Duarte interpreta a Rafael, el hijo de la pareja) y el cuidado de los padres a cargo de ellos cuando aquellos son mayores. El acompañamiento de las amistades, representado en el personaje interpretado por Carolina Hilú. Las reflexiones y mensajes que se vuelcan en la obra están afianzados en el personaje de Hugo (Guido Inaui Vega), un personaje con aires misteriosos que está desde el principio de la obra y hace apariciones en varios momentos de la misma. Las relaciones laborales, encarnadas en el personaje de Betty (Belén Vaioli). La infelicidad, las insatisfacciones y las culpas.
Mientras la veía pensaba en las historias familiares. La introducción de la obra al pie de la escalera me hizo pensar en la larga historia de Cien años de soledad, que podría ser una referencia de la que bebe el contenido de esta obra. Pero, evitando dar spoilers, también una escena de Hugo y Valentina puede pensarse en relación a la de El séptimo sello (1957, Ingmar Bergman). Al abarcar un buen número de temas, la obra facilita la identificación por parte de los espectadores ¿Quién no ha tenido alguna trifulca familiar? O, ¿quién no ha sufrido penurias económicas alguna vez?
*Si después de leer esta reseña, te convencí de ir a ver esta obra, acá te dejo el link para sacar las entradas:
https://publico.alternativateatral.com/entradas88756-el-regreso-de-saturno?o=14
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