"Yannick" y las convenciones
Sobre el film de Quentin Dupieux, las convenciones y el arte
El mes pasado empecé un seminario de Sociología del Arte en la UNA. Mientras espero entrar al doctorado en Artes en la misma universidad, me pareció buena idea empezar a cursar. Es lindo verse de nuevo en una clase, esta vez en una sede distinta. Conocer otros espacios, nuevos compañeros, y también nuevas dinámicas. Las clases vienen siendo muy estimulantes y, además de darnos material bibliográfico para leer cada clase, la docente nos pide que veamos películas. Así es que para la clase de esta semana nos tocó ver Yannick (2023, Quentin Dupieux). Algo me decía que podía gustarme la película. Mi amiga Pau, que está en el gran programa Nunca fuiste al cine, me había recomendado Fumar provoca tos (2022), de este mismo realizador francés. Me dijo que como fanático de lo bizarro (en el arte pero también en la vida, debo decir) seguramente la sabría apreciar.
Si bien el domingo estaba cansado por haber llegado de un fin de semana en el campo con motivo del cumpleaños de una amiga, decidí ponerle play a esta película en Mubi. En el pequeño living de mi casa, empezamos a ver la peli con mi roomie Lars. Yannick comienza con una función de una obra de teatro. Tres personajes representan en el escenario lo que parece ser una comedia de enredos. Algo que podríamos encontrar en algún teatro comercial de la calle Corrientes. La película está filmada en una sola locación, un teatro, en un gesto al que también recurren otros films como Venus in Fur (2013, Roman Polanski). La trama de esta obra dentro de la obra va de un hombre (interpretado por Pio Marmaï) que cena con su pareja (Blanche Gardin) y el hombre con el que le fue infiel (Sébastien Chassagne). La cámara nos muestra distintas caras en el público, que miran la obra atentamente. En un momento de la obra, un hombre joven entre el público se para e interrumpe la obra. Las convenciones del teatro son transgredidas por este personaje. (Mientras escribo esto recuerdo una vez que fui al teatro Cervantes con mis padres, Elvis, mi ex, y Lars a ver Juan Moreira. En el medio de la función, cuando Moreira (Alberto Ajaka) estaba hablando, un celular emitió el sonido de un pájaro y Ajaka dijo “hay pajaritos”. El público rió, por la ocurrencia del actor).
Allí empieza un interesante diálogo entre Yannick (Raphaël Quenard), este hombre desfachatado, y los actores. Yannick asegura que la obra, que se llama Le cocu (El cornudo), en lugar de alegrarlo lo deprime. Que tuvo que hacer un enorme sacrificio para poder asistir al teatro (trabaja todos los días de la semana, por lo que tuvo que pedirse el día). Que gastó dinero en una obra que no le provoca el efecto que creía que tendría en él. Con Lars charlábamos luego sobre la idea del reclamo en el arte ¿Si una obra no nos gusta podemos pedir que nos devuelvan el dinero? Si consideramos la obra teatral como cualquier otro producto, podría pensarse en que a Yannick deberían compensarlo por el mal rato que parecía estar pasando. El personaje pregunta en un momento a los actores cómo podía ser que el director no esté en la función, ya que debería estar asegurándose de que salga todo bien. Como un jefe, que debe supervisar a su empleado. Y en otro momento, afirma que él también podría pintar un cuadro, comparando el arte con cualquier otro tipo de trabajo.
Es acá donde me parece que reside una de las partes más importantes del film. También es un lugar común en el discurso de mucha gente, sobre todo cuando se trata de obras contemporáneas, aquellas que pueden ser “fácilmente realizables”. Como parece expresar el discurso de Yannick. Isabelle Graw, en ¿Cuánto vale el arte? (editado por Mardulce), sostiene que el arte es “una mercancía diferente de las otras”, en la manera en que posee un gran valor simbólico. Esto hace que se le adjudiquen elevados precios a las obras de arte. Es por este valor simbólico, por este significado con el que se las carga, que el costo de las obras es más elevado que lo que en realidad valió el material o los materiales con los que están hechas. Para concluir, la película, además de contar con varias aristas para debatir, está abordada con ciertos toques de humor por momentos, lo que lo hace una opción interesante para ver. Sobre todo si estás buscando una película que no supere la hora y media y que además te deje reflexionando.
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